gorros de piscina...*

Cara larga como la sombra que se proyecta por culpa de una puesta de sol. Yo vi muchas desde tu ventana. Desde esa terraza en la que siempre había toallas y gorros de piscina. Antiestéticos compañeros de sudor en la sauna y de diversión en el agua. ¿Dónde estarán ahora? Tal vez guardados en un cajón al igual que todos los recuerdos de esas comunes vacaciones de verano, o tal vez perdidos en el olvido al igual que todos los momentos que pasamos juntos. Cada uno habrá escogido donde guardar a su antiestético amigo, cada uno sabrá que ha hecho con sus recuerdos.
Yo me he encontrado con un problema; mi gorro o mis recuerdos, como prefieras llamarlo, se han convertido en mi realidad diaria, siéndome imposible guárdalos en un cajón y olvidarlos, hasta que un día por error los encuentre. La realidad diaria vive conmigo. Me hace soñar cada día. Quizás sea que se sienten los colores (del gorro) o que tampoco le gusten las locas. Quién sabe por qué no te puedo meter en el cajón que guarda todos los recuerdos del verano. Tickets, billetes de avión, entradas a parques de atracciones, descuentos de discotecas fotos o gorros de verano. ¿Por qué no has acabado ahí igual que el resto? Quizás el tiempo me lo diga. Tiempo al tiempo. Odio al tiempo. Odio cuando el tiempo pasa demasiado rápido cuando no quieres irte, pero es que lo aborrezco aun más cuando pasa taaaan lento. Necesito verte.