Es
imposible que tus palabras me hagan mas daño y es imposible que no llore.
Cada
llamada es un nuevo golpe, un nuevo desengaño, una nueva perdida de la ilusión.
Dónde
están aquellos sentimientos de alegría que me inundaron cuando me llamaste el
otro día. Dónde tus ganas de verme, de hacer cosas conmigo, de quererme. Dónde.
Dónde está aquella persona que conocí un sábado distinto, dónde la persona de
la que me enamoré y por la que estaba dispuesta a todo. Dónde la que con cada
tontería me sacaba una sonrisa y me secaba cada lágrima y me resolvía cada
duda. Dónde.
Ahora
solo queda tristeza, miedo, soledad, lágrimas y más lágrimas. Cada día me queda
un poco menos de esperanza de que todo vuelva. Cada día me siento más débil,
más triste y con más ganas de huir. Cada día me duele más y cada día es menos
justo.
Da
igual estar dispuesto a aguantar las cosas que no te gustan, da igual estar
dispuesta aguantar y dar tiempo, todo da igual, nada cambia. Y tú sigues sin
quererme.
Solo
piensas en ti, en dormir, en no hacer nada, en no estudiar, en tus amigos, en
tus paseos, tu pelo, tu ropa, tu cuerpo, tus fiestas. Piensas en todo menos en
mí.
Que
solo me queda la esperanza de que cuando me vaya mi cabeza se distraiga y te
olvide poco a poco. Porque ya no me quedan fuerzas para más. Ya no se si me
quedan ganas de aguantar cómo cada día me quieres menos, como cada día me haces
daño. Ya no se si tengo fuerzas para seguir queriéndote.
Ya no
me digas que me quieres si no estas dispuesto a demostrármelo.