Retorcerme en tus brazos sin pensar en el tiempo. Y es que solo pienso en lo que siento. En lo que siento cada tarde cuando te veo, en como me despierto cada mañana cuando te espero o quizás en cuando el día acaba y te necesito de nuevo.
Las gotas que resbalan por la espalda, el abrazo interminable bajo el agua, el jabón que hace resbalar las manos por el cuerpo, la toalla que esconde nuestros cuerpos… limpieza infinita de cuerpo y mente.
Sentirte como nunca antes lo había hecho y susurrarte que sabes EL secreto; ese secreto que te conté bajo la lluvia de un Madrid desconocido. Porque tú eres mi secreto y llevas metidito otro en el bolsillo interno de tu chaqueta. Guárdalo, guárdalo porque yo no perderé el mío cuando haga mi parada. Que yo no quiero perderlo para echarlo de menos. Que ya se que te voy a echar de menos y aun no me he ido. Échame de menos antes de que me vaya.
Yo estaré para enseñarte. Para enseñarte que los finales de película (o de mi película) pueden hacerse realidad. Que yo soy la guionista del mío y quiero ser la del... Pero no te contaré mi sueño; no te lo contaré porque quiero que se haga realidad.
Y es que me quedan por conocer los taxis, me queda el retiro y mil lugares más a tu lado. Que necesito que seas mi guía en el metro y yo en la ciudad. Que caminando de la mano contigo llegué al Principado de Asturias y oí mi himno con gaita. Que me llevaste a Argentina y vi un tango mientras me agarrabas por detrás.
Que me agarrabas por detrás como cada vez que me despisto y no quiero dejar de sentir esa sensación. Porque necesito esa sensación. Porque nunca más podré oír a Rebeca sin recordar, sin recodarte…
Porque hay palabras feas o, mejor, frases feas. Y es que me gusta más la esperanza. Ya me conoces. Me parezco a la actriz. Me parezco a la actriz de la película con final de película.
Quiero luchar por mi final de película.
No debiera pero haria lo que fuera, robaria la adiccion de ser un verbo conjugado en alguna terminacion que no determinara otra intencion que estar a tu lado
